Las restricciones de viaje y el confinamiento han afectado a mercados de frutas,verduras y otros productos perecederos
EEUU. – A pesar de las restricciones, los mercados mundiales están bien abastecidos de alimentos, lo que no ha evitado que crezca la preocupación por la inseguridad alimentaria debido sobre todo a la falta de ingresos, advierte el Banco Mundial.
Según un reciente análisis de ese organismo internacional, los precios de la mayoría de los productos básicos agrícolas siguen estables, si bien algunos mercados han comenzado a sufrir presiones hacia el final del primer cuatrimestre de 2020 por las medidas de contención impuestas para frenar la pandemia del coronavirus.
El economista del Banco Mundial John Baffes explica a Efeagro que la seguridad alimentaria de todas las regiones, incluyendo Latinoamérica, se ha visto amenazada por distintos factores.
En ese sentido, las restricciones de viaje y el confinamiento han afectado a mercados de frutas, verduras y otros productos perecederos, como por ejemplo en Kenia, donde las exportaciones de flores han caído un 80 % al haberse reducido en tres cuartas partes sus cargamentos a países europeos.
Algunos países han decidido prohibir las exportaciones de ciertos productos y comprar en exceso, a lo que se han sumado otras disrupciones en el suministro de insumos como químicos, fertilizantes y semillas.
Esto último, junto a la falta de mano de obra, puede perjudicar las próximas temporadas de cultivos, según el organismo.
Pérdida de ingresos
Pero si hay una amenaza todavía mayor para la seguridad alimentaria global, esa es la pérdida de ingresos, tanto en zonas rurales como en ciudades.
“Los ingresos han caído, especialmente para los grupos vulnerables, por lo que se ha deteriorado el poder adquisitivo de muchos consumidores” para comprar comida, destaca Baffes.
Esta situación difiere de las anteriores crisis alimentarias de 2007-2008 y 2010-2011, en las que los precios de los productos básicos se incrementaron por los problemas de producción y las restricciones comerciales.
Entonces, señala el experto, la mayoría de los suministros de alimentos escaseaba, mientras que hoy en día hay una buena oferta, con existencias en niveles máximos, y precios estables.
Entre los pasados enero y abril, el índice de precios agrícolas del Banco Mundial subió poco más del 1 % respecto al cuatrimestre anterior y el 3,1 % frente al mismo periodo de 2019; se espera que baje un 1 % anual en 2020 y gane un 2 % en 2021.
En términos globales, los precios de granos, aceites y bebidas aumentaron en los cuatro primeros meses, al tiempo que descendieron los de materias primas agrícolas.
Otro índice, el de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), marcó el pasado mayo su nivel más bajo desde diciembre de 2018 tras disminuir el 1,9% en comparación con abril.
Factores de cambio
Baffes pronostica que los precios de los alimentos, especialmente granos y semillas oleaginosas, podrían deprimirse aún más por la débil cotización de la energía y los fertilizantes, que se calcula que caerán más del 40 % y el 10 % en 2020, respectivamente.
El colapso del transporte como consecuencia del coronavirus se traduce igualmente en una menor demanda de biocombustibles, cuya producción mundial sale en más del 80 % del maíz de Estados Unidos, aceite de la Unión Europea y caña de azúcar de Brasil.
El Banco Mundial recuerda que los precios agrícolas están menos ligados al crecimiento económico que los de otros sectores y han experimentado descensos menores en los primeros meses del año.
Según su diagnóstico, los riesgos dependerán de la duración y gravedad de la pandemia, y de la velocidad con la que se levanten las medidas de mitigación.
Habrá que estar pendientes también de los movimientos de divisas, después de que muchas monedas, particularmente de países exportadores de alimentos, se hayan depreciado de forma considerable frente al dólar en los últimos meses, sobre todo en Sudáfrica, Brasil, México y Rusia.
Para combatir la inseguridad alimentaria, Baffes aconseja a los gobiernos que aseguren el funcionamiento “fluido” de las cadenas de alimentación, sin olvidar los insumos para las próximas cosechas.
Priorizar las transferencias de ingresos a los pobres para que puedan comer, evitar restricciones al comercio, garantizar la seguridad de los trabajadores del sector alimentario y apoyar una buena nutrición para mejorar la salud de la población son otras de sus recomendaciones ante los problemas derivados de la covid-19.
Con información de: Efeagro