Esta industria aumenta en promedio 10% por año y México se ubica como el cuarto productor a nivel mundial.
México. – “Eres lo que comes”, cuatro sencillas palabras pero que tienen gran fuerza porque nos hacen reflexionar sobre el tipo de alimentación que tenemos, ya que por ella nuestra salud se transforma e incluso puede definir cómo será nuestro final.
En los últimos años, se ha concientizado más sobre la importancia de comer sanamente y consumir alimentos libres de contaminantes y otros componentes dañinos para la salud, por lo que la industria de alimentos orgánicos ha aumentado en promedio 10% por año y en nuestro país no es la excepción.
Actualmente México destina 1 millón de hectáreas en la producción de 45 alimentos orgánicos, de la cual más de 50% está concentrado entre Oaxaca, Chiapas y Michoacán, lo que ha permitido al país posicionarse como el cuarto productor a nivel mundial. Además se encuentra dentro de los 20 principales exportadores, Japón, Estados Unidos y la Unión Europea son los territorios que más reciben alimentos mexicanos, indica la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
La mala alimentación, que involucra comida rica en grasas, harinas, calorías y azúcares, representa la principal causa de enfermedades no transmisibles, pues, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, en el 2016, 73% de la población mexicana padece obesidad y sobrepeso: siete de cada 10 adultos, cuatro de cada 10 jóvenes y uno de cada tres niños, por lo que es importante crear buenos hábitos y elegir alimentos naturales y orgánicos.
“Debemos volver a la generación de los alimentos naturales y orgánicos, a precios accesibles y justos, ya que garantizan mejor calidad de vida, reducción de enfermedades y apoyo a la industria del campo”, explica en entrevista a El Economista, Samuel González, presidente ejecutivo de la Fundación E, empresa social centrada en fomentar la cultura emprendedora.
Razón para emprender
A pesar del potencial de México en la producción de orgánicos y de que aumentan las ventas, sobre todo por parte de los millennials, la demanda aún es baja porque su precio es muy alto, entre 11 y 337% más costosos. Por ello, han surgido empresas locales que ofrecen buena calidad de alimentos, cuidándolos desde la siembra y la alimentación de los animales, hasta la producción final.
Este fue el caso de Rosauro Marina Gutiérrez, que junto con socios fundó la empresa Maran, una comercializadora de productos orgánicos y artesanales como café, miel, chocolate, quesos y chorizo con sede en Ciudad del Carmen, Campeche.
“Quedamos desempleados y buscando una alternativa de empleo, así surgió el crear productos orgánicos porque la mayoría de los que se consumen en México son importados. La idea es tener más productos mexicanos y atreverse a hacer algo diferente”, dice Rosauro.
El chorizo se realiza del puerco pelón, que crece sólo en la península de Yucatán y Campeche, y que no tiene clembuterol, hormonas, triglicéridos ni colesterol. Desde pequeño, se le cuida la alimentación, que es principalmente con moringa (planta nativa de la zona), su trato y el sacrificio, que se hace en un rastro con certificación TIF (Tipo Inspección Federal, que otorga la Sagarpa a productos de calidad y buenos para la salud).
Incluso el producto ya procesado contiene condimentos orgánicos que no causan acidez o reflujo y cuyo envasado es totalmente artesanal. Medio kilo llega a costar 100 pesos, monto inferior a otros como el chorizo español, pamplona, argentino y chistorra.
Por el lado del café, los granos son tostados con carbón y se muelen con piedra dando la ventaja de no ser ácido ni amargo. Esto ha permitido a Maran posicionarse en el lugar número 11 de tasa de excelencia de 300 empresas.
La miel se caracteriza por no ser multifloral ni tener polen transgénico porque “nuestros cultivos son de 100 kilómetros a la redonda, por lo que la abeja sólo recolecta polen natural”.
Con los quesos, Rosauro menciona que no contienen antibióticos u hormonas y que el cuajo utilizado es el del estómago de la vaca, de donde se extrae la enzima y se utiliza para la leche, por lo que no tiene grasas.
Los emprendedores comenzaron vendiendo sus productos en mesas en las calles, pero en nueve meses han logrado que sus productos ingresen a tiendas de Mérida, la zona hotelera de Quintana Roo y consumo local.
Con información de El Empresario