Sólo en Michoacán se generan más de cuatro millones de envases vacíos de plaguicidas
Marx Aguirre Ochoa
Michoacán, México. – No es una novedad para muchos, pero lo cierto es que el campo mexicano sigue encontrándose en crisis y Michoacán no escapa a esta condición. ¿Por qué una crisis?, porque la solución a los problemas que enfrenta no pueden resolverse con las medidas esenciales propuestas en materia orgánica o en materia de fomento y desarrollo productivo o comercial, como se ha visto desde hace mucho tiempo; la imaginación, la innovación, siguen pasando desapercibos.
El reparto de tierras en el siglo pasado destruyó la vieja estructura latifundista y en su lugar surgió una nueva estructura agraria que tenía como elementos básicos al ejido, la comunidad de origen indígena y la pequeña propiedad.
Las responsabilidades otorgadas a los beneficiarios del reparto de tierras consistían fundamentalmente en producir los alimentos que demandaba una creciente población, así como las materias primas indispensables para la industria y la exportación que permitiera mantener los equilibrios en la balanza comercial.
Al gobierno correspondió propiciar los apoyos técnicos, financieros, de comercialización, de capacitación y organización de los productores, teniendo como objetivos esenciales el fortalecimiento de la soberanía y autosuficiencia alimentaria, que permitieron crecimientos espectaculares en el producto agropecuario final.
No obstante, a mediados del siglo pasado, en el marco de una tendencia decreciente de la producción y productividad, surgió la llamada “revolución verde”, iniciando así el gran proceso de reconversión agrícola a partir de los fertilizantes químicos, los herbicidas y plaguicidas, y dejando a un lado la sabiduría campesina acumulada en milenios, para conservar y mantener suelos, cosechar alimentos sanos y mantener la limpieza del medio ambiente.
Las experiencias no han sido tan buenas con el deterioro de la tierra, el surgimiento de novedosas y resistentes plagas y enfermedades, contaminación de aguas y la disminución acentuada de los rendimientos productivos. Ante tales circunstancias Michoacán no se escapa.
El diagnóstico deja muchos puntos por ordenar, no se cuenta con un padrón actualizado de comercializadoras de agroquímicos y sustancias tóxicas, no se tiene un padrón de aplicadores urbanos actualizado, no existe un inventario actualizado de plaguicidas, fertilizantes y sustancias tóxicas que se comercializan en la entidad, se carece de un procesamiento adecuado del 100 por ciento de los sobrantes y envases de sustancias tóxicas y caducas, entre otras.
Sólo en Michoacán se generan más de cuatro millones de envases vacíos de plaguicidas. Hay registros considerables de personas intoxicadas por el manejo y uso inadecuado de plaguicidas, fertilizantes y sustancias tóxicas, sumado al riesgo constante del cierre de los mercados de exportación estadounidense y japonés como resultado del excesivo uso de plaguicidas y sustancias toxicas en diversos productos agrícolas del estado, principalmente el aguacate y berries.
La modernización del sector agrícola ha tenido un profundo impacto económico y social derivado de un supuesto progreso agrícola relacionado con la capacidad productiva exportadora, independientemente de las necesidades que la sociedad tiene para alimentarse. La obtención de los insumos necesarios, como las semillas genéticamente mejoradas, fertilizantes y otros químicos con efectos residuales, ha llevado al envenenamiento de las tierras y al consumo de productos no sanos para la población.
Es imprescindible darles seguimiento a las acciones en curso, los esfuerzos han sido grandes, pero con pocos resultados; hoy más que nunca hay un reto enorme para Michoacán, teniendo en cuenta que no será fácil vencer las resistencias que ofrecen los hábitos productivos, así como también la oposición de quienes se dedican a la producción, distribución y venta de los productos agroquímicos.
Sin duda alguna es el camino, y las tendencias de consumo y de mercado orgánico van en crecimiento exponencial y es tendencia mundial del mercado ya. Es un buen inicio y el reto vale la pena retomarlo porque está asociado a la posibilidad de que Michoacán se siga distinguiendo por su especialización productiva y vocación agrícola sustentable.
Con información de Cambio de Michoacán