Una mayoría de alemanes cree que cuando el sector agrícola va bien, también aumentará la calidad de los alimentos
Madrid. – A los alemanes les encanta hacer la compra en comercios minoristas que les ofrezcan jugosos descuentos. Pero los costes finales derivados de ofrecer esos precios tan bajos son enormes, y la sociedad germana acaba pagando una factura demasiado elevada, según un reportaje de EURACTIV-Alemania, socio de EFE.
El hecho de que los precios que se ofrecen en los supermercados como Aldi o Lidl no refleje sus costes reales no es algo nuevo. Según la oficina alemana de estadísticas (DESTATIS), la única manera de comprar alimentos a precios más bajos que en Alemania es ir a hacer la compra en países golpeados por la crisis como Grecia. Esto, aunque suene irónico, es resultado de la fuerte competencia en el sector minorista germano, y supone un problema cada vez mayor para los agricultores alemanes.
Saludable y barato: ¿el axioma de la “cultura germana”?
Una mayoría de alemanes cree que cuando el sector agrícola va bien, también aumentará la calidad de los alimentos. Según un estudio reciente de Kantar Emnid, la producción agrícola de alimentos a pequeña escala se considera como parte integrante de la cultura alemana.
Esta forma de pensar queda reflejada en una tendencia creciente que favorece los productos de la agricultura orgánica, además de promover prácticas sostenibles y éticas en agricultura. Del estudio se desprende también que casi el 80% de alemanes cree que la agricultura tiene un impacto (negativo) excesivamente alto en la calidad de los terrenos, el agua y el aire.
Pero los consumidores alemanes a menudo no pueden o no quieren pagar los precios más elevados de los productos de la agricultura orgánica. A consecuencia de ello, los supermercados low cost han acaparado una parte sustancial del mercado minorista de alimentos en Alemania, por un monto total de 159.800 millones de euros, en 2016. En otras palabras, casi la mitad de alemanes hizo su compra en supermercados como Aldi o Lidl el año pasado.
Los precios bajos, una moneda de doble cara
Pero el ahorro que realizan los ciudadanos alemanes en su compra tiene un “peaje” que acaba pagando la sociedad en su conjunto. Científicos de Ausburgo determinaron que los costes secundarios ocultos de la agricultura convencional, que no se repercuten en los precios que figuran en los anaqueles de los supermercados, son enormes.
Para poder suministrar carne de calidad y buen bacon a los consumidores germanos, la agricultura industrial tiene que usar grandes cantidades de antibióticos y fertilizantes ricos en nitratos. El nitrógeno y el fósforo son especialmente dañinos para los terrenos de cultivo, y afectan mucho a la cálidas de las aguas, al tiempo que las emisiones de amoníaco y óxido nitroso contribuyen notablemente al calentamiento global , según los expertos.
No obstante, a menudo estos efectos nocivos no son patentes de inmediato. Tampoco los costes. Los suministradores de agua tienen que invertir ingentes cantidades en modernos sistemas de filtrado para poder eliminar los nitratos del agua potable.
Los costes tampoco se pagan de inmediato, sino con “efecto retardado”, en la factura mensual o anual de los servicios públicos que acaban pagando los ciudadanos.
Si los gastos se realizaron para aplicar medidas de protección de la salud pública, a menudo también se agregaron a los precios estándar de los alimentos, gastos relativos a la protección del ecosistema y el clima, con lo cual, según el estudio, la factura final se ncrementa hasta un 10%.
En comparación, la carne que proviene de la agricultura orgánica, sólo tendrá un incremento del 4,1% para poder cubrir costes y factores externos. “El precio que el consumidor paga por los alimentos, a menudo no refleja adecuadamente su coste real”, aseguran los autores del informe.
Por ejemplo: si el coste de un mayor consumo de nitrógeno, que es esencial para impulsar el rendimiento de las cosechas, quedó compensado, entonces el consumidor sufrirá un aumento de 10.000 millones de euros en costes adicionales, de acuerdo con el informe.
Con información de EFE