Las dietas de los países con más ingresos contienen una elevada cantidad de proteína animal cuando tradicionalmente la dieta se basaba sobre todo en vegetales
Argentina. – Según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que necesitaremos generar un 70% más de alimentos para poder satisfacer la demanda de ese mundo creciente. Eso plantea un dilema, puesto que los recursos naturales, como el agua dulce o la tierra fértil cultivable, son cada vez más y más escasos. Entonces, ¿cómo haremos para dar de comer a todos esos nuevos millones de personas, con la Tierra ya colapsada en muchas regiones, acuciada por el cambio climático?
Para Susan McCouch, profesora de mejora y genética de plantas de la Universidad de Cornell (EE.UU.) y recién miembro de la Academia Nacional de Ciencias americana, la solución pasa inevitablemente por un cambio en nuestra dieta y por apostar por un sistema sostenible de agricultura. Se trata, asegura, de qué producimos y cómo lo producimos.
Esta genetista -cuya investigación se centra en el arroz, especie de la cual publicó el primer mapa molecular del genoma en 1988 y creadora de una nueva variedad, el arroz rojo-, explica que la investigación sobre los genomas de las especies vegetales será capaz de mejorar nuestra capacidad de obtener más y mejores alimentos, fomentando un uso de los recursos eficiente y ecológicamente sostenible.
¿Podremos alimentar a 10.000 millones de personas con los recursos que tiene el planeta?
La respuesta es un desafío enorme. Poder alimentar a toda esa población pasa por un cambio de dieta y por incrementar la productividad y la sostenibilidad del sistema de agricultura. Se trata de qué vamos a producir y cómo lo vamos a producir. Por ejemplo, las dietas de los países con más ingresos contienen una elevada cantidad de proteína animal cuando tradicionalmente la dieta se basaba sobre todo en vegetales. Y eso es insostenible por completo.
¿Cuál es la alternativa?
Fabricar la proteína en el laboratorio. Hay en marcha nuevas aproximaciones muy interesantes para generar proteína que se puede convertir en comida y que será perfectamente digestiva y nutritiva. También incluir muchos más insectos o comida basada en ellos. Y claro está la proteína vegetal. Hay que poner el énfasis en los alimentos no tradicionales y en cómo preparar esos alimentos para aprovecharlos al máximo. Lo que está claro es que no podemos seguir con el consumo actual desorbitado de proteína de origen animal. Y que la producción de estas fuentes de proteína no convencionales deberá ser eficiente en cuanto al uso de agua.
¿Cree que la gente querrá consumir esas proteínas hechas en el laboratorio o insectos?
Es un dilema muy interesante. En Europa y Estados Unidos cada vez hay más personas que valoran los llamados productos naturales, ecológicos. Y pueden pagar por ellos. Pero la mayoría de la población mundial no tiene la oportunidad de hacer esta elección. Solo pueden acceder a productos que están en el mercado y que son económicos.
La pregunta realmente importante que debemos hacernos es si realmente hay una opción y por qué opción optar. ¿Solo los ricos van a poder comer esos productos porque son ellos los únicos que los van a poder pagar?
Creo que debemos hacer, todos, un esfuerzo para ir hacia sistemas de producción de plantas e intentar hacerlos más eficientes y sostenibles. Y eso para por la genética, para producir variedades de plantas que puedan crecer con menos agua y fertilizantes. Y también pasa por la agronomía y la gestión. Los esfuerzos de la agricultura orgánica no están del todo bien situados, pero están empezando a empujar a la gente a pensar de forma muy distinta acerca de cómo los microorganismos pueden ser aprovechados para hacer buena parte del trabajo que antes hacían los productos técnicos.
Con información de Clarín