A medida que aumenta la población mundial de aquí a 2050, ¿de dónde vendrá el alimento extra necesario? Las nuevas tecnologías agrícolas en los Países Bajos podrían indicar el camino
Holanda es un país pequeño con una alta densidad de población. Alrededor de una cuarta parte del país se encuentra por debajo del nivel del mar. Se necesitan miles de kilómetros de diques para proteger esas zonas de las inundaciones.
Y es precisamente allí donde se encuentra la solución para una de las mayores tareas de la humanidad. En cualquier caso, así lo creen algunos agricultores y agrónomos de ese país. Aseguran que el mundo puede aprender a alimentar a los aproximadamente 9,600 millones de personas que poblarán la tierra en 2050, siguiendo su forma de cultivo.
Esta confianza en sí mismos no es casualidad. Los Países Bajos no solo son conocidos por sus coloridos tulipanes y zapatos de madera, sino también por su exportación de verduras. De hecho, el país es el segundo mayor exportador del mundo de productos agroalimentarios después de Estados Unidos.
Los productores de frutas y hortalizas facturan alrededor de 6,000 millones de euros al año. Aquí crecen cebollas y patatas, pero también algunas verduras típicas del sur de Europa, como tomates, pimientos y chiles, que se encuentran entre los alimentos más vendidos.
El cultivo se realiza principalmente en invernaderos. La tecnología que los sustenta se llama “agricultura de precisión”, la más avanzada del mundo, según la industria agrícola holandesa.
Una vieja tecnología modernizada
La agricultura moderna de invernadero despegó en el país después de la Segunda Guerra Mundial como reacción a una de las últimas experiencias de hambruna en Europa. Hasta 20,000 personas murieron en el “invierno del hambre” holandés, durante los últimos meses de la ocupación alemana.
Hoy en día, la parte más avanzada de la tecnología de invernaderos del país se encuentra en la región meridional de Westland, donde el 80 por ciento de la tierra cultivada está repleta de invernaderos cubiertos de vidrio.
Nos encontramos en Duijvestijn Tomatoes, una empresa en crecimiento donde las plantas se doblan bajo el peso de las frutas rojas, amarillas, verdes y moradas. En estos espacios, extremadamente controlados, al visitante se le exige el uso de un traje higiénico de una pieza.
“Al final, la planta alcanzará entre 13 y 14 metros de altura y producirá unos 33 racimos de tomates”, explica Ad van Adrichem, director general de Duijvestijn Tomatoes.
Es importante conseguir esa altura en una zona donde la tierra es tan preciosa como escasa. Holanda, a pesar de ser un país pequeño, tiene una de las densidades de población más altas del mundo.
Los invernaderos de Westland alcanzan así un rendimiento de 70 kilogramos de tomates por metro cuadrado de superficie cultivada. Eso es casi diez veces más que el rendimiento medio de otros países, como España o Marruecos, donde las hortalizas se cultivan en campo abierto. Además, el método holandés no emplea prácticamente ningún pesticida y utiliza ocho veces menos agua que el cultivo al aire libre.
Con información de Deutsche Welle