Los productos agrícolas tienen subproductos como cáscaras y mucílagos, que de procesarse darían un valor agregado a la agroindustria
México. – En vez de desecharse, para la investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Georgina Calderón Domínguez, todos los agroalimentos tienen subproductos como cáscaras y mucílagos, que de procesarse darían un valor agregado a la agroindustria.
“Todos los residuos orgánicos del proceso de alimentos se pueden procesar y generar un nuevo valor, la idea a largo plazo es no desperdiciar alimentos, ya sea porque se echan a perder en el campo o se desechan”, explicó.
A propósito de su participación en el IV Simposio Internacional Agroalimentario y Biotecnológico 2017, la científica compartió su trabajo en torno a la creación de una película comestible mediante el uso de una pectina que se encuentra en las partes del grano de café que se desecha antes de tostarlo.
Se trata del mucílago, que han experimentado y puede usarse para generar una película de recubrimiento orgánica para productos alimenticios o farmacéuticos, a la par de que así se ayuda al medio ambiente.
“Es tratar de buscarle a subproductos agroindustriales que se pueden considerar como materiales contaminantes, o a productos regionales de origen nacional un mayor valor agregado, por eso hemos trabajado con mucílago de café, jícama y chía”, detalló.
Patentar iniciativa
El trabajo de desarrollo de este paquete tecnológico es una muestra de las posibilidades para poder generar una mayor plusvalía a los productos, aunque reconoció que falta difusión del área académica o interés de los productores para probar su efectividad.
“Sería muy interesante una vinculación a través de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) o proyectos conjuntos”, por lo que actualmente a través del IPN se están cumpliendo con los pasos necesarios para patentar esta tecnología.
El proceso será largo y podría demorar hasta tres años, pero para Calderón Domínguez mientras tanto alguien debe “decir yo pruebo” el uso del mucílago de café “y dar el brinco para ver si funciona, hacer las pruebas a nivel campo y ver si se pueden llevar de la misma forma en el laboratorio.
“En lugar de dejar el cúmulo de subproductos que nada más contaminan es darles un valor agregado y venderlo como un producto, lo que generaría más empleo”.
De acuerdo con la última cosecha, en base al número de quintales de café reportados, la científica calculó que se desperdiciaron 186 mil toneladas de mucílago.
De cada tonelada se pueden extraer 300 kilos de pectina, necesaria para sustituir las películas de recubrimiento hechas a base de plástico.
Con información de Agencias