Científicos de la Universidad Autónoma de Coahuila trabajan en el desarrollo de un combustible sólido tipo pellet a partir de bioetanol de lechuguilla
Saltillo, Coah. (México). – A partir del Fondo Sectorial Sagarpa-Conacyt, el proyecto “Desarrollo de tecnologías de producción de etanol a partir de biomasa de plantaciones de lechuguilla (Agave lechuguilla) existentes y nuevas plantaciones de la región semidesértica del norte de México”, tuvo como objetivo caracterizar, evaluar y determinar el potencial agronómico y energético de la biomasa de lechuguilla de la región semidesértica del noreste de México para la producción de bioetanol.
A pesar de que esta investigación de la convocatoria 2011-2015 finalizó, investigadores del Departamento de Biotecnología de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Coahuila continúan explotando el potencial de este trabajo.
Actualmente, junto a científicos del Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), los especialistas trabajan en el desarrollo de un combustible sólido tipo pellet, a partir de residuos del proceso de producción de bioetanol proveniente de agave lechuguilla.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Leopoldo Javier Ríos González, profesor investigador del Departamento de Biotecnología de la Facultad de Ciencias Químicas de la UAdeC, explica el nuevo enfoque de este proyecto que busca generar alternativas energéticas para el país, aprovechando completamente todos los elementos y, a su vez, potenciar el desarrollo económico del sector rural.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué es combustible sólido?
Leopoldo Javier Ríos González (LJRG): Un combustible sólido forma parte de la familia de los bioenergéticos. La bioenergía es aquella que se obtiene a partir de la biomasa que, principalmente, está constituida de seres vivos o residuos.
Este combustible sólido es un vector energético obtenido a partir de biomasa con menor grado de transformación física o química y que se mantiene en estado sólido hasta su uso final. Entre ellos se puede encontrar la leña, que es un combustible sólido de primera generación porque no tiene ningún grado de procesamiento. Luego vienen los combustibles sólidos de segunda generación, que llevan un proceso para mejorar su eficiencia energética en cuanto a su capacidad calorífica como los pellets.
AIC: ¿De dónde surge el residuo con que trabajarán?
LJRG: Estuvimos trabajando con apoyo del Fondo Sectorial Sagarpa-Conacyt; desarrollamos tecnología para la producción de etanol carburante a partir de Agave lechuguilla que crece en esta región. La línea solamente era generar el etanol, pero sólo con generar ese producto el proceso no era económicamente viable para comercializarlo en el corto a mediano plazo.
Surgió la necesidad de plantear el aprovechamiento de esta materia prima bajo una plataforma de una biorrefinería, es decir, generar productos de alto valor agregado previo al proceso de producción de etanol para diversas áreas como farmacéutica, tratamiento contra el cáncer y coproductos del proceso. Entre estos coproductos está el residuo sólido generado después del proceso de sacarificación o hidrólisis enzimática del material para hidrolizar toda la celulosa y obtener los azúcares que, posteriormente, son fermentados para la producción de bioetanol. Es un sólido que no tiene celulosa, es un material rico en lignina, por arriba de 90% de su masa en base seca.
AIC: ¿Cuál es la importancia de este proyecto?
LJRG: Cuando terminamos el proyecto, los datos que nos arrojó del escenario que habíamos planteado para una planta de producción de etanol se comprobó, después de hacer simulaciones, que los costos de producción se salían de los márgenes de los costos de la gasolina actual, 1.1 dólar el litro; entonces se tenían que buscar alternativas para convertir el proceso viable económicamente. Dentro de las alternativas para reducir los costos del etanol, una fue incrementar la escala productiva de 73 millones de litros al año a 150 millones de litros al año.
Aumentar la escala no es viable en este momento, solamente hay plantas destiladoras de etanol de primera generación a partir de caña de azúcar y sorgo; pero de segunda generación no hay.
Otra alternativa fue manejar la biomasa bajo una plataforma de biorrefinería, donde se pueden obtener los mismos compuestos además de combustibles, polímeros o plásticos, químicos especiales, materias primas, pero utilizando biomasa.
El concepto de utilizar biomasa bajo una plataforma de una bioingeniería no solamente es producir el combustible (en todo caso el etanol), sino una gama de productos de alto valor agregado que hagan que nuestro proceso se vuelva viable económicamente.
La idea de desarrollar este proceso bajo una plataforma de biorrefinería es que, previo al proceso de producción de etanol, indaguemos que la lechuguilla tiene la particularidad de que podemos obtener diversas biomoléculas de interés farmacológico.
A su vez, que todos los subproductos del proceso puedan ser utilizados al máximo para obtener productos de alto valor agregado, como generar biogás rico en metano, producción de hidrógeno, fertilizantes, etcétera. Una serie de productos de alto valor agregado, incluso alimento para animal, alimento humano, plásticos, bioalcoholes. Podemos utilizarlo también para producir pellets.
Con información de Agencia Informativa Conacyt