Para los agricultores el esfuerzo de cumplir con las directivas ecológicas es enorme
Berlín. – En el mundo occidental cada vez más personas prefieren alimentos orgánicos. ¿Pero es siempre «orgánico» lo que se designa como tal? ¿Cómo se puede comprobar? ¿Son los alimentos orgánicos siempre más saludables?
El consumidor está dispuesto a pagar mucho más por ellos. Sin embargo, hasta ahora faltan pruebas fiables para distinguir entre los alimentos ecológicos y los producidos convencionalmente.
Para los agricultores el esfuerzo de cumplir con las directivas ecológicas es enorme. Sin embargo, no se ha comprobado que los alimentos orgánicos realmente contengan menos contaminantes que los producidos de manera convencional.
No existen alimentos libres de contaminantes y hasta ahora no se dispone de métodos fiables para distinguir entre alimentos orgánicos y convencionales. Esto da lugar a un lucrativo «fraude de etiquetas». No es raro pues, que la oferta de huevos orgánicos precisamente durante la época de Pascua sea mucho mayor que durante el resto del año.
Desde el punto de vista estadístico, se trata de una manipulación difícil de comprobar, ya que las diferencias entre los dos procesos de producción aparentemente no influyen en la calidad del producto. A los productores lácteos irlandeses, por ejemplo, no se les permite llamar a su leche «orgánica» porque los pastos donde pacen las vacas durante más de 300 días al año están fertilizados con minerales.
Sin embargo, como la vaca misma funciona como un reactor biológico, este mineral fertilizante ni siquiera es detectable en la leche. En general la leche irlandesa convencional contiene más ácidos grasos omega-3 y antioxidantes que la leche orgánica de Alemania.
La causa está en la alimentación: los agricultores orgánicos alemanes pueden añadir concentrados y ensilado para aumentar la producción de leche, en detrimento de la calidad. El reportaje científico acompaña a investigadores que buscan formas fiables de distinguir entre los alimentos producidos ecológicamente y los producidos según métodos convencionales.
Y no es fácil, pues casi cada uno de los productos alimenticios requiere un procedimiento de prueba especial. De cualquier modo, no cabe duda de que la agricultura ecológica contribuye en gran medida al bienestar de la humanidad, ya sea en la protección del clima, de las aguas subterráneas, en la conservación de la naturaleza o el bienestar de los animales.
Con información de Deutsche Welle