El concepto Orgánico 3.0 busca posicionar a la agricultura orgánica como un sistema moderno e innovador con impactos incluyentes
Redacción Agro Orgánico
La línea del tiempo de la agricultura orgánica se puede medir desde hace, aproximadamente, 100 años, cuando se establecieron las conexiones entre cómo vivimos, qué comemos y cómo lo cultivamos y la salud, nuestra y del planeta; de acuerdo con la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM, por sus siglas en inglés), a esto se le llama Orgánico 1.0.
Con base en lo anterior, a la formación del movimiento con normas y reglas establecidas para el sector orgánico –con un valor de mercado estimado en más de 80 mil millones de dólares anuales– se le denominó Orgánico 2.0, explica la organización en la publicación “Organic 3.0: for truly sustainable farming and consumption”.
El documento, elaborado por Markus Arbenz, David Gould y Christopher Stopes – en coordinación con el IFOAM y el Global Organic Movement– es un llamado al cambio en la cultura de consumo, así como a la acción para implementar reformas y estrategias para una nueva y evolucionada fase: el movimiento Orgánico 3.0.
El movimiento Orgánico 2.0 adaptó la visión de los pioneros en agricultura orgánica a una realidad práctica, mediante acciones que han inspirado por igual a los productores y consumidores por igual y contribuido a modificar hábitos insostenibles. Existen pruebas de impactos positivos en aspectos como la salud de los consumidores; la biodiversidad; el bienestar animal; y la mejora en los ingresos y calidad de vida de los productores.
Por otra parte, si bien las normas establecidas por los gobiernos locales y organismos privados han definido el cumplimiento de requisitos indispensables para la producción y procesamiento de alimentos orgánicos, aún hay quienes no cumplen en su totalidad con los principios de salud, ecología y justicia que son el núcleo de la filosofía orgánica.
Las reglas del movimiento Orgánico 2.0 han dado como resultado enfrentar restricciones en tres aspectos. El primero de estos es la exclusión de muchos productores que cultivan orgánicamente pero no cuentan con certificación; pequeños agricultores y campesinos –con frecuencia mujeres y de países menos desarrollados – que desempeñan un papel crítico en la alimentación de gran parte de la población mundial.
En segundo lugar, dichos productores cuentan con oportunidades limitadas para construir alianzas con otras iniciativas de sostenibilidad que, si bien comparten objetivos, no apuntan al cumplimiento total de los estándares orgánicos, incluyendo la agroecología; el comercio justo; movimientos campesinos; agricultura comunitaria o urbana, entre otros.
Y, en tercer lugar, están la presión económica y las economías de escala, que obligan a muchos productores a especializarse y abandonar la diversidad y otras prácticas agrícolas sostenibles.
Por lo tanto, aunque los logros del movimiento orgánico son muchos y significativos, lo que les ha permitido ganar reconocimiento en todo el mundo, la realidad es que a más de un siglo de innovación, la agricultura orgánica certificada aun no alcanza siquiera el 1 por ciento de las tierras agrícolas globales o del consumo de alimentos.
Ante este escenario, la IFOAM propone a los agricultores unir fuerzas para solucionar los problemas mundiales de hambre, inequidad, consumo de energía, contaminación, cambio climático, pérdida de biodiversidad y agotamiento de los recursos naturales.
Los beneficios ambientales, sociales y económicos de una agricultura verdaderamente sostenible pueden aportar soluciones a la mayoría de estos problemas. Sin embargo, hasta ahora la agricultura orgánica no ha sido suficiente para contribuir a dichas soluciones; por lo tanto, el concepto Orgánico 3.0 busca posicionar a la agricultura orgánica como un sistema moderno e innovador con impactos incluyentes y positivos.
El concepto Orgánico 3.0
El objetivo general de la agricultura Orgánica 3.0 es permitir una adopción generalizada de sistemas y mercados agrícolas verdaderamente sostenibles, basados en principios orgánicos que consideren una cultura de innovación, de mejora progresiva hacia mejores prácticas, de transparencia, colaboración inclusiva y precios justos, adecuados al valor de la producción.
La agricultura orgánica –apunta el IFOAM– es un faro para los sistemas de producción verdaderamente sostenibles. Orgánico 3.0 amplía las opciones de participación y posiciona a la agricultura orgánica como un sistema moderno e innovador que integra holísticamente el contexto local y regional, considerando su ecología, economía, sociedad, cultura y responsabilidad.
También, la regeneración de los recursos, la responsabilidad en la producción, la suficiencia en el consumo y el desarrollo ético y espiritual de los valores, prácticas y hábitos humanos. Dichos conceptos guían la construcción de una nueva cultura orgánica, con la habilidad de impulsar el desarrollo social.
El núcleo del movimiento Orgánico 3.0 son las relaciones vivas entre consumidores y productores, que incluyen las historias de los alimentos, de su producción y de los múltiples beneficios de la agricultura orgánica.
En su esencia, Organic 3.0 no es prescriptivo sino descriptivo: en lugar de aplicar un conjunto de reglas mínimas para lograr un resultado estático final, este modelo está basado en resultados y se adapta continuamente al contexto local. Sin embargo, mantiene sus bases de cumplir un mínimo de requisitos, claramente definidos, respaldados por muchos reglamentos gubernamentales, regímenes privados internacionales y por la normatividad del IFOAM.
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