Cuentan con un sistema de captación de agua de lluvia, un recurso natural que escasea en esta comunidad aislada
Ciudad de México. – Helena Cruz tiene 54 años y vive en Quiltepec, una pequeña localidad en Tlalpan que se ha convertido en un modelo de ecoaldea en la Ciudad de México con un sistema de captación de agua de lluvia, un recurso natural que escasea en esta comunidad aislada.
Helena, natural de El Oro (Estado de México), tiene cierta vergüenza de mirar a la cámara cuando explica cómo le cambió la vida instalar el sistema de captación de agua de lluvia.
Antes de incorporar el sistema que le proporcionó Isla Urbana, organización que impulsa el desarrollo sustentable en agua con base en la captación de lluvia, Helena explica a Efe que la comunidad de Quiltepec estaba «abandonada».
El responsable de comunicación de Isla Urbana, Nabani Vera, cuenta que la comunidad de Quiltepec, considerada como un modelo de ecoaldea, «vive en una situación de resistencia» que obliga a la gente a aprender a organizarse mejor».
Además del sistema de captación de agua, Helena también aprovecha las lombrices, que al comer los desechos orgánicos producen «uno de los fertilizantes más fuertes del planeta», apunta Vera.
Helena, que vive rodeada de árboles, nopales y perros, solo tenía un tinaco (tanque de agua) con una capacidad de 1.110 litros al mes, cantidad que no le era suficiente para bañarse, por lo que tenía que ir a casa de familiares que viven fuera de Quiltepec.
Como el agua le duraba dos o tres semanas, compraba garrafones de agua que tenía que cargar hasta su casa, ya que las calles en Quiltepec no están asfaltadas y es una zona de Tlalpan muy mal comunicada a la que casi no llega el transporte público.
Helena trabajaba con una mujer que les prestaba agua, pero no la suficiente porque es un bien que escaseaba en todos los hogares, por lo que trataban de usarla solamente «en lo más indispensable».
Para conseguir ese agua tenían que «atravesar la manguera por las casas de la comunidad», pero no era una tarea fácil, porque al ser un bien común muy preciado y escaso tenían que vigilar que no les robaran el agua.
«Perdíamos todo el día, era cuidar las mangueras o que nos robaran el agua o que nos desconectaran la manguera. Nos robaban el agua, porque al ser muy escasa, los vecinos de más arriba veían el agua y querían robarla».
Pero desde hace cinco años Helena ya no sufre escasez de agua gracias al sistema de recolecta de agua que le instaló Isla Urbana, un recurso que le «ha cambiado la vida».
Ahora vende huevos y nopales, ya que con el agua puede alimentar a sus 60 gallinas, 60 gallos, 50 pollitos recién nacidos y regar sus árboles y plantas.
El sistema de Isla Urbana tiene un costo de 6.700 pesos (354,38 dólares) y se adapta a las necesidades de cada hogar, explica Nabani Vera, ya que lo instalan en pequeñas casas de comunidades como Quiltepec y también en departamentos de zonas como Coyoacán.
El sistema de la casa de Helena, por ejemplo, empieza a recolectar el agua desde el techo, donde hay tres agujeros situados en los puntos de inclinación que llevan el agua a un solo conducto.
A partir de ese conducto el agua pasa por el primer filtro, el «filtro de hojas», y una vez que los sólidos quedan retenidos, el agua entra al Tlaloque, un recipiente cuadrado que separa la parte más sucia de cada lluvia para que no entre a la cisterna.
Del Tlaloque ingresa a un tanque rotomoldeado de 5.000 litros de capacidad, ya que la casa de Helena no tiene una cisterna de cemento, y ahí es donde entra el agua de la lluvia y se almacena sin revolver los sedimentos que se acumulan en el fondo.
De ahí el agua sale por otro tubo que lo lleva a una bomba de agua, que cuando se enciende succiona el agua del tanque hasta una manguera donde pasa por dos filtros más hasta llegar al mismo tinaco para el uso en la residencia.
El primero es un filtro de acero inoxidable que retiene los sedimentos más pequeños y el segundo, con carbón activado, elimina contaminantes aún más finos, como olores y sabores.
Los vecinos Quiltepec también cuentan con un sistema biodigestor que recibe diariamente estiércol y donde se produce biogás y un potente fertilizante orgánico, lo que permite obtener energía renovable al reutilizar excrementos de los animales.
En una casa humilde y acogedora vive Naura Álvarez, natural y residente de Quiltepec y que se beneficia desde hace dos años del sistema del biodigestor, instalado por el colectivo Biobolsa con la colaboración de Isla Urbana.
«Antes yo gastaba más en gas. Mi tanque me duraba mes y medio y ahora me dura como dos meses y diez días. En invierno, como hay menos parásitos, que son los que generan el gas, el tanque me dura entre veinte días y un mes», agregó.
Pese a las dificultades que pasa en invierno, Naura explica que el nuevo sistema le permite ahorrar dinero al comprar menos tanques de gas, ya que cada uno cuesta aproximadamente 265 pesos (unos 14 dólares), precisó.
Con información de Efe