El murciélago de cola libre puede ser una solución para controlar plagas
Chile. – Pocos animales tienen tantos mitos asociados como el murciélago. «Son un grupo muy poco conocido», dice Juan Luis Allendes, biólogo de la Universidad de Chile, especialista en quirópteros y fundador de Bioecos (Bioecos.cl).
«Se suele decir que todos son vampiros, pero no es así: de las más de 1.300 especies en el mundo, solo 3 se alimentan de sangre. Una de ellas vive en Chile, el piuchén (Desmodus rotundus), pero este más bien lame la sangre de lobos y aves marinas. Se suele decir también que son plaga, lo que es incorrecto: una plaga es una especie dañina para el ecosistema y para las personas, y no es el caso de los murciélagos.
Si bien pueden ser portadores de rabia, desde 1985, cuando se creó el laboratorio de diagnóstico y control de la rabia, solo ha habido un caso de transmisión directa de la enfermedad a humanos: fue un niño al que mordió un murciélago cola de ratón enfermo, en 1996. Pero fue porque se acercó a tomarlo con las manos desnudas y no dio aviso de que había sido mordido por un murciélago».
De las 13 especies de murciélago que hay en Chile, el de cola libre o cola de ratón (Tadarida brasiliensis) es el más abundante. Se llama así porque su cola sobresale del uropatagio (la membrana entre las piernas). Se alimenta de insectos y, por eso, dice Allendes, es un excelente controlador de plagas agrícolas.
«Se ha determinado que pueden consumir 600 insectos, como polillas, zancudos y moscas, en una hora. En Estados Unidos, los agricultores que tienen campos orgánicos de algodón y maíz han ahorrado millones de dólares al año al no usar pesticidas. Hay polillas que atacan esos cultivos y el murciélago se las come, impidiendo que pongan huevos.
Esto podría aplicarse en los viñedos: dejar que los murciélagos se alimenten en las viñas y construirles allí casas de madera (como las de las aves, pero con entrada por abajo). Además, su guano es uno de los mejores abonos naturales: es rico en nitrógeno, fosfato y potasio».
Dónde observarlos
Que los murciélagos se encuentren en las ciudades tiene una explicación sencilla: la pérdida de su hábitat. «Viven en cortezas y hojas de árboles, en minas abandonadas o cuevas naturales, pero algunas especies como el cola de ratón se han adaptado a vivir en construcciones urbanas, en los entretechos, entre las vigas y el fieltro», dice Allendes.
Así, es fácil observarlos en sitios cercanos en Santiago, como los parques Padre Hurtado, Inés de Suárez, Forestal o Quinta Normal. «Son animales de hábitos nocturnos. Justo media hora antes del atardecer, puedes sentarte a observar los árboles y los comenzarás a ver. También están en los postes de luz, porque los insectos son atraídos y ellos llegan a comérselos».
Allendes dice que no se sabe cuántos quedan. «Todavía hay pocos estudios, pero realizando encuestas con personas de ciudad y de campo, todos han reconocido que hay muchos menos murciélagos que hace 20 años», dice.
Y aunque su caza es ilegal, hay empresas que se dedican a controlar «plagas» de murciélagos, lo que a juicio del especialista no siempre se hace responsablemente. «Lo correcto para sacarlos de las casas es la exclusión pasiva: identificar y sellar las grietas donde entran y salen los murciélagos con un embudo y una malla raschel o espuma expandible.
Si uno aparece en tu casa, debes tratar de tomarlo con guantes de cuero, ponerlo en una caja de zapatos, ir afuera y liberarlo. Si no se mueve, puede ser un ejemplar joven desorientado o uno enfermo. Ahí, se debe llamar al Instituto de Salud Pública (ISP). En caso de detectarse rabia, la Seremi de Salud puede mandar a eliminar toda la colonia del lugar». El problema es que se ha encontrado que solo un 5% de murciélagos de una colonia son portadores de rabia, y se elimina al 95% restante.
Con información de El Mercurio