En 2001, campesinos que fueron deportados del vecino país del norte, se organizaron y produjeron jitomate con la misma tecnología estadunidense
Oaxaca, México. – La migración a los campos agrícolas de Estados Unidos se detuvo una vez que los campesinos de Santa Marta Chichihualtepec, del municipio de Ejutla de Crespo, empezaron tener empleo permanente a partir del cultivo de jitomate en invernadero.
La iniciativa, que surgió en 2001 cuando productores de la localidad se organizaron para apostarle al cultivo en ambiente protegido, involucró a migrantes deportados de Estados Unidos, recordó Vicente Santiago Ramírez, presidente del Sistema Producto Tomate.
“Los exmigrantes aportaron su disciplina, trabajo arduo y comprometido, pero, sobre todo, tenían la práctica del cultivo en invernaderos”.
El pionero de aquella empresa comunitaria recuerda que, en ese entonces, muchas personas de Santa Marta Chichihualtepec migraban a EU y dejaban en calidad de préstamo sus terrenos, ya que no les era posible atenderlos.
“La siembra a cielo abierto dejó de ser redituable por las lluvias, sequías, heladas y plagas. Por eso migraban”.
Para su fortuna, el resultado del cultivo de tomate en ambiente controlado fue generoso por mermar los costos de producción y por aumentar las ganancias pero, sobre todo, por tener cosecha todo el año.
“Iniciamos 14 socios con una superficie de 600 metros cuadrados, solicitamos un crédito a Banrural, y participamos en el programa de Alianza para el Campo”.
Con el paso de los años, la superficie se incrementó al igual que el número de productores de esa comunidad de la región de los Valles Centrales. La iniciativa se convirtió en una fuente de inversión, el éxito en el cultivo se divulgó entre los migrantes.
“Durante sus cortas visitas a la comunidad apreciaban el avance de la producción, algunos decidieron regresarse, otros quedarse”, recordó. Fue en 2010 cuando iniciaron los primeros contratos de exportación al mercado de Estados Unidos.
Sin embargo, no fue fácil, porque la producción orgánica debió ser certificada por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) de la Sagarpa y después avalada por la Subsecretaría Alimentaria del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés).
Actualmente, los invernaderos establecidos en Santa Marta Chichihualtepec, del municipio de Ejutla de Crespo, tienen contratados a más de un centenar de personas, principalmente de comunidades cercanas.
Pero no se conformaron con eso, porque también incursionan en el cultivo de pepino. En Santa Marta es un cultivo que retiene a los campesinos, se consiguió frenar la migración e incluso provocó su regreso.
“Ahora tenemos un problema de falta de infraestructura de servicios, pues la comunidad está sobrepoblada”, concluye.
Hoy en día, el cultivo de tomate en invernadero es un modelo de inversión probado y comprobado en varias regiones del estado. Se estima que hay unos cuatro mil productores de jitomate en invernadero en la entidad, quienes abastecen el mercado local, centro, sur y sureste del país.
Con información de Excélsior