Hoteles como el Collection Barbizon Palace y el Berlin Alexanderplatz cultivan sus propios huertos en las azoteas del edificio
España. – La gastronomía ecológica y los movimientos en oposición a la comida rápida dejaron de ser tendencias minoritarias hace unos años, cuando presenciamos un incremento en la apertura de establecimientos que empleaban productos ecológicos y, en la medida de lo posible, cultivados a menos de 100 km de allí.
Una de estas corrientes fue Slow Food que surgió con la idea de «subrayar la total contraposición con el movimiento y el estilo de vida Fast Food», según Carlo Petrini, su impulsor. Él mismo nos explica que el movimiento nació con el objetivo de rechazar la llegada de la globalización a Italia después de la apertura de la primera tienda McDonald’s en el país el 20 de marzo de 1986 en Piazza di Spagna, Roma.
Slow Food quería y quiere contrarrestar la desaparición de las tradiciones alimentarias locales y familiares causada por la estandarización global.
En Europa, cientos de establecimientos surgen cada año siguiendo esta filosofía. En Francia, el conde de Monstiers Mérinville ha iniciado un proyecto llamado Le potager du Fraisse, que vende alimentos ecológicos a los mercados locales. Por otro lado, en Italia, Gaetano Besana dejó su profesión de fotógrafo para dedicarse al cuidado de una granja agrícola en Lombardía donde cultiva una gran variedad de frutas. En Austria, Christoph Mayer, un consultor aristócrata abandonó su profesión y se mudó al campo con su familia para cultivar cerca de 170 tipos de manzanas diferentes.
Algunos hoteles se han sumado a la tendencia. En la cadena NH, hoteles como el Collection Barbizon Palace (Países Bajos) y el Berlin Alexanderplatz (Alemania) cultivan sus propios huertos en las azoteas del edificio. Con ello, aparte de conservar la biodiversidad de las ciudades donde se encuentran, suministran de materias primas a sus restaurantes.
«Ante todo, Slow Food recomienda comer alimentos locales y estacionales. Esto quiere decir informarse y saber lo que crece y lo que estaría naturalmente disponible en cada estación del año», argumenta Petrini.
Siguiendo esta moda, en Madrid encontramos en la azotea del Hotel Wellington uno de los huertos urbanos más extensos del mundo ya que se encuentra a 50 metros de altura y tiene en torno a 300 metros en los que se cultivan 35 plantas ecológicas. 14 parcelas de cultivo donde podemos encontrar cardo rojo o guisante de lágrima.
En total, cerca de 4200 unidades, libres de pesticidas y fungicidas y con abono orgánico, animal y vegetal. Los productos allí cultivados son empleados después en uno de los restaurantes de este hotel de cinco estrellas. Además, también en la capital española, se ha instalado, recientemente, un huerto ecológico en el hotel NH Collection Eurobuilding. Además, otros establecimientos se han unido a esta moda Slow.
El Huerto de Lucas, ubicado en el madrileño barrio de Chueca, es un restaurante que posee su propio mercado de alimentos ecológicos. Su propietaria, Pilar Muñoz Calero, sufre sensibilidad química múltiple, lo que le llevó a crear este lugar sano y tranquilo en medio de la ciudad, así como la Fundación Alborada, única en España, para la investigación de esta enfermedad.
Según Isabel Alonso, responsable de comunicación de El Huerto de Lucas, Pilar Muñoz siempre declara que «lo que te echas en la piel deberías poder ponerlo en una tostada y comértelo». Por ello, en este establecimiento, no sólo cuentan con productos alimenticios sino con todo tipo de artículos, como cosméticos, menaje del hogar o bebidas alcohólicas, todo extinto de sustancias dañinas.
Con información de El Mundo