Los productos orgánicos europeos y chilenos podrán pronto cruzar el mar, en ambas direcciones
Alemania. – Mucho indica que con Chile se logrará el primer acuerdo para el intercambio de productos con sello «bio» que la Unión Europea suscriba con terceros países. Se trata de un reconocimiento mutuo de las directrices que rigen tanto en la UE como en Chile, la producción con criterios orgánicos.
«Es una apuesta mutua por una forma de agricultura que eleva los principios de los productos orgánicos y los controles de calidad», explica Inmaculada Rodríguez-Piñero, eurodiputada española, ponente del informe acerca de este acuerdo en la Comisión de Comercio Internacional en el Parlamento Europeo.
Las directrices para productos «bio» de la UE han servido de guía. El trabajo ha sido minucioso. Así, tan pronto se concluya este acuerdo, todos los productos europeos «bio» y todos los chilenos certificados por el SAG (Servicio Agrícola y Ganadero) -a través del Sistema Nacional de Certificación de Productos Orgánicos Agrícolas- podrán entrar a los mercados.
¿Todos? «Todos los europeos al mercado chileno; pero de los chilenos al europeo se excluyen los productos animales, los piensos y la acuicultura», explica Rodríguez-Piñero. Para estos productos, por un lado, los estándares no son equivalentes y, por otro, para la acuicultura no existen directrices «bio» en el país sureño. Esta reserva encuentra eco en los temores de muchos sectores agrícolas que temen insumos no permitidos en la producción europea.
Nuevas directrices en camino
Por otro lado, el momento no es el más oportuno. «Habría preferido que esperasen a que acabáramos de equiparar los estándares ‘bio’ y de importación a nivel europeo», explica Martin Häusling, eurodiputado alemán, portavoz para temas de política agraria de la fracción ecologista del Parlamento Europeo. También es portavoz de la Eurocámara en las negociaciones con la Comisión y el Consejo Europeo de unas nuevas directrices que podrían lograr que cuando se dice «bio» en el norte de Europa sea lo mismo que si se dice «orgánico» en el sur. Todavía, no es así.
«Y aunque en el caso de Chile no hay por qué dudar de todos los productos, hay algunos en los que habría que mirar con más detenimiento», explica el agrónomo Häusling. Ve especialmente delicado el hecho de que la producción «bio» chilena esté orientada al creciente mercado europeo (+13 por ciento en 2016). Según datos de Eurostat, entre 2012 y 2016, las exportaciones de productos agrícolas de Chile hacia la UE han ido creciendo en un promedio anual del 13,3 por ciento.
¿»Bio» igual a sustentable?
«No se trata sólo de renunciar a los productos químicos, sino de tener en cuenta criterios de sostenibilidad», puntualiza y pone los aguacates (paltas) como ejemplo: en poblaciones al norte de Santiago, la gente tiene que comprar su agua de camiones cisterna. No sale agua de los grifos, no hay agua en los campos.
Pero, al mismo tiempo, los grandes monocultivos de aguacate para la exportación (70 por ciento para el mercado europeo) lucen un verde luminoso. Häusling, que estuvo en Chile en noviembre de 2016, cuestiona que la privatización del agua reste derechos a una población local, cuyos líderes están amenazados por protestar.
Un acuerdo de vanguardia
Cabe resaltar que este acuerdo «bio» con Chile -un socio modélico de la UE desde 2002- es parte del gran acuerdo de asociación que está siendo modernizado y que será, según sus negociadores, de vanguardia.
Aparte de un novísimo capítulo sobre empoderamiento económico y derechos de las mujeres, «el nuevo acuerdo contiene el compromiso mutuo con el respeto al medio ambiente, con la economía circular, con las energías renovables», explica Rodríguez-Piñero. «Y con un desarrollo sostenible. Éste, por supuesto, parte de compaginar todas la necesidades de la población, la primera, el derecho al agua, claro», responde.
Con información de Deutsche Welle