Oleg Ködding-Zurmühlen*
Bonn, Alemania. – La agricultura convencional en Europa tiene problemas; sin embargo, en Alemania, la agricultura sostenida por la comunidad es cada vez más popular. Reúne productores y consumidores que practican una agricultura orgánica.
Lisa Schaefer transmite con cierto orgullo: “Un agricultor no habría hecho todo esto en el transcurso de su trabajo rutinario”. Parada delante de una pila de abono en Bonn, Alemania, la jardinera habla con un entusiasmo contagioso.
“Tenemos muchas manos voluntarias. Si logramos juntarlas, podremos mover montañas”.
Y es que, al parecer, la agricultura convencional en Europa acumula una montaña de problemas: las granjas pequeñas apenas pueden competir con los costos de producción que, a menudo, son mucho más elevados que los precios del mercado. Y aparte de los agricultores, el medio ambiente también sufre: los monocultivos y el uso de pesticidas crean problemas de contaminación y amenazan la biodiversidad.
¿Qué es una CSA?
Sin embargo, existen soluciones potenciales como muestra la agricultura sostenida por la comunidad (CSA, por sus siglas en inglés): “Cuando los consumidores y los productores se unen para producir comestibles de manera colaborativa, se libera a los agricultores del mercado masivo, se extiende el riesgo de escasez de cultivos sobre muchos hombros y se facilita la agricultura orgánica.
A través de las cuotas mensuales, los miembros financian el trabajo agrícola y posteriormente reciben una parte de la cosecha.
“Los miembros recogen las verduras de la granja una vez por semana y las distribuyen en los almacenes urbanos. Es un trabajo voluntario”, dice Sara Fassbender, estudiante universitaria y miembro de Bonn CSA.
“El sistema también está basado la solidaridad, porque la cuota de afiliación no está establecida. A principios de año, todos contribuyen con lo que pueden”, añade.
Según un estudio de la Universidad de Fráncfort, el modelo CSA es una “innovación social”.
Sin embargo, la solidaridad entre los agricultores y los consumidores no es algo nuevo. Hasta el siglo XIX, fue algo común entre las familias campesinas para asegurar la subsistencia de manera colaborativa.
Después de que las máquinas que revolucionaron la agricultura a finales del siglo XIX, actualmente la innovación es la solidaridad.
La historia de la CSA empezó en la década de 1960. Una comunidad de mujeres en Japón estableció las “teikeis”: asociaciones entre los agricultores orgánicos y los hogares privados.
En la década de los 80, esta idea también se expandió en los Estados Unidos, donde el concepto al final obtuvo su sello “Agricultura sostenida por la comunidad”.
En Europa, la CSA empezó en Suiza y durante las últimas décadas se expandió a Francia, Italia, los Países Bajos y Alemania.
El número de comunidades que practican la CSA está aumentando: “Actualmente hay 100 granjas CSA en Alemania y 80 en desarrollo. Este concepto se está volviendo cada vez más popular”, dijo Schaefer.
Aprovechar el conocimiento colectivo
La jardinera de Bonn CSA sabe exactamente cuando los colirrábanos están listos para la cosecha y cuál es la mejor manera de combatir los ratones voraces en los campos de nabos, motivo por el cual su celular suena constantemente.
El intercambio colectivo es la receta del éxito de la CSA. Los agricultores no son competencia, sino más bien están en contacto, los consumidores no solo se autobastecen, sino que también ayudan con la resolución de problemas. “A menudo, es un miembro quien trae una perspectiva fresca y resuelve el problema”, dice Schaefer.
Beneficios medioambientales
A lado de las patatas, se encuentran las coliflores, puerros y los colirrábanos. “Para nosotros es importante tener una gran variedad. Aunque conlleva una gran cantidad de trabajo, es bueno para el medio ambiente”, explica Gesa Maschkowski, científica alimentaria en la Universidad de Bonn que forma parte del núcleo central de Bonn CSA.
Esta agricultura orgánica es el futuro, ilustra Schaefer: «El suelo de los campos convencionales está tan comprimido por las máquinas que el agua no escurre, causando más erosión que en un campo orgánico”.
“Nuestro suelo rico en humus puede amortiguar esto considerablemente, en el caso de un aguacero extremo”, añade.
En este sentido, la agricultura sostenida por la comunidad no solo atenúa los riesgos para el agricultor, sino que también protege contra los fenómenos meteorológicos extremos causados por el cambio climático.
*Deutsche Welle