Este desarrollo de la Dra. Celeste Ibarra Herrera, investigadora del Tecnológico de Monterrey, destaca el valor nutricional de los chapulines ricos en ácidos grasos esenciales, minerales clave como hierro y zinc, fibra dietética y compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
Por Redacción Agro Orgánico
Monterrey, NL (México). — La creciente presión sobre los sistemas alimentarios exige alternativas eficientes y sostenibles. Por ello, los insectos comestibles emergen como una opción atractiva debido a su alto contenido nutricional y su menor impacto ambiental.
En este contexto, la doctora Celeste Ibarra Herrera, investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey, lidera una propuesta innovadora con el desarrollo de pan de caja fortificado con harina de insectos, principalmente de chapulín de milpa (Sphenarium purpurascens) y tenebrio molitor.
En un comunicado, el Tec de Monterrey informó que este proceso de fermentación de la harina de insectos, que se encuentra ya en vías de ser patentado, “es único en el mundo e incorpora el uso de un hongo comestible, el cual no sólo mejora la textura y sabor, sino que también aumenta el valor nutricional del producto final”.
Agregó que esta investigación se centra en el uso de los insectos mencionados debido a que ya son aceptados por la población mexicana, además de ser fuentes alternativas de proteína. Con la creación de estas nuevas recetas de pan, buscan ofrecer una solución nutritiva, sostenible y sensorialmente atractiva para combatir la crisis alimentaria.
Para la producción de los insectos –abundó el Tec de Monterrey– se requiere un menor consumo de agua, tierra y alimento, presentando una alta eficiencia de conversión alimenticia, ya que 2 kg de alimento pueden producir 1 kg de insecto comestible. Además, su producción genera una menor emisión de gases de efecto invernadero en comparación con la ganadería tradicional.
«Mientras que para producir 1 kg de carne de res se necesitan aproximadamente 8 kg de alimento, los insectos logran la misma producción con solo 2 kg, liberando recursos valiosos como tierra y agua», apuntó la Dra. Ibarra Herrera.
Desde el punto de vista ambiental, el impacto positivo es significativo. Datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indican que la producción de insectos comestibles como los chapulines genera entre un 50% y un 90% menos emisiones de gases de efecto invernadero, requiere hasta un 80% menos de agua y un 90% menos de tierra por kilogramo de proteína en comparación con la ganadería tradicional.
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