Recuperar la microbiología del suelo es fundamental porque gran parte del daño radica en que se descuidó la biología para dar prioridad a la productividad. Hasta hace poco, el suelo era considerado “sólo” un sustrato, que servía de soporte a las plantas, y eso le restó mucha importancia a la vida del suelo.
Por Ana Isabel Rodríguez*
El impacto de la pérdida de biodiversidad en los suelos representa un serio desafío que aún no se ha dimensionado. Estudios científicos recientes apuntan que en el mundo más del 50% de los suelos agrícolas presentan algún tipo de degradación, mientras que en México la situación es más grave: 70% de los suelos agrícolas están degradados.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) define la degradación del suelo como “un cambio en la salud del suelo, resultando en una disminución de la capacidad del ecosistema para producir bienes o prestar servicios para sus beneficiarios”. Es decir, los suelos degradados no cuentan con la salud suficiente para proporcionar los bienes y servicios normales del suelo en cuestión en su ecosistema.
En el caso de México, la degradación ha sido periódica, sistemática y prácticamente se ha extendido a todos los suelos del país, apunta la bióloga Armenia Velázquez Gurrola, quien ha dedicado más de 20 al estudio y recuperación de los suelos agrícolas.
Entre los principales factores que han provocado esta situación están el cambio de uso de suelo; el uso desmedido de agroquímicos, principalmente fertilizantes, de moléculas de síntesis química, explica la especialista en suelos y también socia fundadora de la empresa Abiosa, dedicada a la formulación y producción de probióticos agrícolas.
La alteración de las condiciones del suelo –explica Armenia– provoca que el suelo se compacte y pierda su estructura. Desde un punto de vista químico, se modifica la conductividad eléctrica mediante el pH del suelo y finalmente la fertilidad biológica, con lo cual se pierde la biodiversidad y los grupos de microorganismos, que son estratégicos para la salud de los cultivos y del suelo mismo.
Recuperar la microbiología del suelo es fundamental porque gran parte del daño radica en que se descuidó la biología para dar prioridad a la productividad. Hasta hace poco, el suelo era considerado “sólo” un sustrato, que servía de soporte a las plantas, y eso le restó mucha importancia a la vida del suelo.
“Sobre todo después de la ‘Revolución verde’, que ocurrió en México después de la mitad del siglo XX, apostamos todo por el uso de moléculas químicas, principalmente para fumigar o desinfectar. No tomamos en cuenta el daño a largo plazo, el daño a los ecosistemas, a los recursos naturales y sobre todo, el impacto en el suelo”, señala Armenia Velázquez.
La buena noticia es que la regeneración de los suelos es posible. En diferentes países, el concepto “regeneración de suelos” se fortalece cada vez más porque hemos avanzado en el desarrollo de soluciones para recuperarlos, “recarbonizándolos”, agregando materia orgánica minerales y elementos que contribuyan a la nutrición de los cultivos y, sobre todo, re inoculando los suelos, porque en éstos ocurre una pérdida invisible de la biodiversidad.
“Del suelo hacia arriba, o en los océanos, identificamos a las especies que están en peligro de desaparecer de los ecosistemas. El problema con los suelos que no vemos a las especies, a los microorganismos que habitan en estos. Y al no monitorearlos, al no tener datos o registros, ocurre una pérdida masiva de la biología del suelo”.
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