Regulaciones más estrictas, la apertura de mercados y el aumento en la demanda de productos orgánicos, han motivado un incremento de las certificaciones orgánicas, lo que también representa un reto para los organismos responsables de garantizar que estos productos cumplen estrictamente con la normatividad.
Por Ana Isabel Rodríguez*
Ciudad de México. – En los últimos años el aumento de las certificaciones orgánicas se ha visto impulsado por la aceptación de los productos orgánicos prácticamente en todo el mundo. Y en México, al igual que en otros países, la certificación orgánica es una respuesta de los productores a las necesidades y demandas del mercado internacional, apunta Manuel Rodríguez Luengo, director general de Agricert.
«El mercado nacional de orgánicos ha crecido, pero en gran medida el impulso viene de la demanda en Estados Unidos, Europa, Corea y Japón, entre otros mercados», explica en entrevista para Agro Orgánico.
Al respecto, Mauricio Soberanes, director general de Metrocert considera que la demanda de las certificaciones orgánicas también creció significativamente por el impacto de la pandemia de COVID-19 ante la preocupación de los consumidores por adquirir productos más saludables.
«Un indicador de esto es la cantidad de organismos de certificación en México que han solicitado ser aprobados por el Senasica (Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria) para respaldar el cumplimento de la Ley de Productos Orgánicos. En el país hay 18 organismos autorizados para ello y me parece que ahora hay por lo menos tres más en proceso de aprobación», agrega.
Por su parte, el director general de Agricert, señala que si bien durante la pandemia de COVID-19 creció la certificación, ésta no se orientó sólo a productos específicos sino a la presencia de nuevos operadores, sobre todo productores que no estaban trabajando bajo un esquema orgánico.
«Por ejemplo, uno de los productos que más certificamos, por la región en la que estamos (Michoacán), es el aguacate. Aquí hay una tradición de más de 20 años produciendo aguacate orgánico, con lo cual hay mucho conocimiento en campo y técnico de quienes manejan el cultivo. Entonces, se han acercado muchos productores a nosotros que ya tenían un manejo orgánico o estaban en proceso de conversión, pero que no estaban certificados».
Además, Rodríguez Luengo considera que la búsqueda de la certificación orgánica por parte de productores de aguacate en estados como Jalisco o Nayarit se ha dado rápidamente porque la exportación a Estados Unidos ya está abierta para ellos.
«En esos estados hay varias huertas y empaques de aguacate orgánico certificados para exportar que ya enviaban sus productos a Japón o Europa. La producción orgánica y la certificación se van a incrementar mientras haya más estados autorizados para exportar, porque la diferencia de precios entre un orgánico de exportación y uno para México también es un aliciente para comercializar».
Aunque excepcionalmente el costo de un producto orgánico puede estar a la par del convencional, la regla en el caso del aguacate orgánico –señala Manuel Rodríguez– es que éste se venda un 50% más caro que el convencional.
«En los países a los que se exporta hay un mercado con más recursos que está dispuesto a pagar un precio más elevado, independientemente de lo que cuesten. Al estar certificados, los productores mexicanos entran en un nicho con menos competencia, más exclusivo, más especializado, que les paga mejor».
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